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CIUDAD DE GUATEMALA — Durante su primer viaje al exterior como vicepresidenta, Kamala Harris dijo que Estados Unidos apoyaría las investigaciones de corrupción y tráfico de personas en Guatemala. También dio un mensaje claro y franco a los migrantes indocumentados que esperaban llegar a Estados Unidos: “no vengan”.
Harris emitió la advertencia durante un viaje que sirvió de prueba temprana pero crucial para una vicepresidenta que ha sido encomendada con el difícil reto de acabar con un ciclo de migración procedente de Centroamérica por medio de inversión en una región aquejada por la corrupción, la violencia y la pobreza.
Mientras que el presidente Biden hizo campaña con la promesa de relajar algunas de las restricciones fronterizas del gobierno de Donald Trump al permitir a los migrantes solicitar asilo en la frontera estadounidense, Harris intensificó el mensaje del gobierno de que quienes busquen cruzar la frontera hacia Estados Unidos serán rechazados y que, más bien, deberían encontrar vías legales o protección más cerca de sus países de origen.
No rehuyó las asperezas al discutir la corrupción con el presidente de Guatemala, Alejandro Giammattei, que ha sido criticado por enjuiciar a los funcionarios que combaten la corrupción y por tener una agenda política.
“Buscaremos erradicar la corrupción en donde sea que exista”, dijo Harris y agregó que el gobierno apoyaría a un fiscal especial. “Esa ha sido una de nuestras principales prioridades en términos del enfoque que hemos puesto aquí después de que el presidente me pidió que atendiera este tema de centrarme en esta región”.
Harris, cuyas pretensiones a la presidencia han quedado claras, fue elegida por el presidente Biden para invertir en Centroamérica con el fin de desalentar a los más vulnerables de emprender el peligroso viaje al norte. Biden ha enfrentado críticas de los republicanos y algunos demócratas moderados en los primeros meses de su mandato por el aumento de cruces de menores no acompañados en la frontera de Estados Unidos y México.
Los principales colaboradores de la vicepresidenta han intentado distanciar su papel del campo minado del manejo fronterizo y dicen que se concentra en trabajar con los gobiernos extranjeros para impulsar la economía de Centroamérica y crear más oportunidades para quienes ahora consideran que su mejor opción es ir a Estados Unidos.
Harris anunció nuevas medidas en este esfuerzo el lunes. La gestión de Biden enviará oficiales de seguridad nacional a las fronteras norte y sur de Guatemala para entrenar a funcionarios locales, una táctica similar a las que gobiernos anteriores han empleado para disuadir la migración. Los departamentos de Estado y Justicia de Estados Unidos también establecerán un grupo de trabajo para investigar los casos de corrupción que tienen vínculos con Guatemala y Estados Unidos y capacitarán a fiscales guatemaltecos.
“Tuvimos una conversación muy honesta sobre un poder judicial independiente”, dijo Harris. “Tuvimos una conversación sobre la importancia de una sociedad civil fuerte”.
El gobierno de Biden también esbozó un plan para invertir 48 millones de dólares en programas de emprendimiento, vivienda asequible y negocios agrícolas en Guatemala, como parte de un plan de cuatro años y 4000 millones de dólares de inversión en la región. El mes pasado Harris solicitó a una decena de empresas privadas, entre ellas Mastercard y Microsoft, que se comprometieran al desarrollo de la economía de Centroamérica.
Pero existen dudas sobre cómo asegurarse de que dichos programas de ayuda estadounidense beneficien a quienes más los necesitan y no solo a los contratistas convocados por Estados Unidos o funcionarios guatemaltecos.
En 2019, Guatemala expulsó a un panel anticorrupción respaldado por las Naciones Unidas, conocido como Cicig, que trabajaba con fiscales guatemaltecos en casos de corrupción pero que los conservadores del país denunciaron que tenía una motivación política.
Ricardo Zúñiga, enviado especial del presidente Biden a Honduras, El Salvador y Guatemala, describió dichas comisiones anticorrupción independientes como “esfuerzos muy exitosos”. Pero el equipo de Harris no llegó a decir que consideraba que Guatemala necesitaba una entidad independiente para investigar la corrupción.
“El punto es que no hay un modelo específico”, dijo Zúñiga. “El tema es dar apoyo a la gente dentro del gobierno, o dentro de las instituciones —principalmente las instituciones judiciales— que tienen la voluntad y la capacidad de promover esos casos”.
En sus comentarios de apertura, Harris hizo hincapié en alentar a los posibles migrantes a quedarse más cerca de casa mientras solicitan permiso para ingresar a Estados Unidos y esperar a recibir una respuesta. Días atrás, sus principales colaboradores habían anunciado planes de abrir un nuevo centro en Guatemala en el que las personas puedan informarse sobre cómo conseguir protección de asilo o refugio sin salir de Centroamérica en lugar de viajar a la frontera con Estados Unidos.
“La mayoría de las personas no quieren dejar el lugar donde crecieron. A su abuela. Al lugar donde rezan. El lugar donde se habla su idioma y su cultura es familiar”, dijo Harris. “Y cuando lo dejan suele ser por dos motivos. O huyen de algún peligro o simplemente no logran satisfacer sus necesidades básicas”.
En Chex Abajo, una aldea en las laderas montañosas a 250 kilómetros de donde Harris dio su discurso, Nicolás Ajanel Juárez dijo que, a pesar de las promesas hechas por varios presidentes estadounidenses, su comunidad no consigue satisfacer dichas necesidades.
El pueblo de agricultores indígenas de maíz encarna la difícil tarea que tiene enfrente la vicepresidenta de Estados Unidos. Juárez, uno de los líderes locales, dijo que muchos de sus 600 habitantes han visto cómo un par de huracanes arrasaron con sus hogares. Los ingresos del cultivo de maíz ya no son seguros, pues la temporada seca es ahora más larga a causa del cambio climático.
Muchas familias aquí dependen de las remesas que sus familiares envían desde Estados Unidos. Quienes se benefician de un mejor estilo de vida gracias al dinero recibido del norte, tienen casas más grandes de cemento y acero, señaladas con estrellas y banderas estadounidenses. La calle principal del pueblo se llama Ohio debido a la cantidad de migrantes que han encontrado trabajo como jardineros en ese estado.
“Sería mejor si la ayuda llegara directamente en lugar de a través del gobierno, porque ahí es donde se pierde”, dijo Juárez, quien se hacía escuchar sobre la música que sonaba en una ceremonia cercana en homenaje de un vecino de la comunidad que cruzó a Estados Unidos y murió hace dos años. “Los políticos no lo saben porque no vienen aquí para ver con sus propios ojos las necesidades del pueblo”.
Luego de reunirse con Giammattei, Harris sostuvo un encuentro con un grupo de mujeres que han organizado programas de desarrollo para comunidades indígenas o de capacitación para quienes buscan adquirir habilidades de negocios.
Reconoció el peso simbólico de ser la primera vicepresidenta mujer y de que Guatemala sea su primer viaje al exterior en el cargo. Mientras un grupo de manifestantes que llevaban pancartas protestando por la visita de Harris cerca de la entrada del aeropuerto militar, una fila de familias, muchas de ellas mujeres, esperaban en otra valla con la esperanza de atisbar el Air Force II cuando aterrizara en Guatemala.
“En la medida en que pueda tener algún impacto debido a mi género y al hecho de que soy la primera, maravilloso”, dijo Harris. “Puedes ser la primera persona en algo, pero solo asegúrate de no ser la última”, agregó.
Pedro Pablo Solares colaboró con reportería desde Ciudad de Guatemala
Zolan Kanno-Youngs es corresponsal en la Casa Blanca y cubre una serie de temas nacionales e internacionales en la Casa Blanca de Joe Biden, incluyendo la seguridad nacional y el extremismo. Se unió al Times en 2019 como corresponsal de seguridad nacional. @KannoYoungs
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